2 años estudiando la carrera de física, viéndole el culo a Dios; 4 años de ESCAC, aprendiendo artes cinematográficas y conociendo inframundos de egolatría; todo ese esfuerzo para acabar asistiendo a un curso para idiotas sobre como utilizar Word. Algo hiciste mal, tío.
El curso es obligatorio. El curso es obligatorio. El curso es obligatorio. Insistieron 3 veces en aclararme este punto, aterrados ante la posibilidad de que yo no entendiera que el curso era exageradamente obligatorio (No-voluntario). Me lo comunicaron por email, por teléfono y por carta; y de haber dispuesto de aves mensajeras, me habrían llenado la casa de cuervos y avestruces, con post-its gritando “Maldito hijo de puta, el curso es obligatorio”
Este curso Word no es más que otra migaja cedida por las arcas de la flatulante unión europea, quien desconoce que los leones no digerimos bien las migajas, y gustamos mas de ñus azules de barba negra, o cursos realmente útiles. El temario que imparten gira alrededor de universos tan fascinantes como la letra negrita, la creación de documentos nuevos (así, de la nada, por arte de magia), y las artes místicas de la letra Kursiva. El curso se apoda 'capacitación digital', lo que lleva implícito que sus cursantes somos descapacitados.
De todos mis pensamientos negativos algún día germinarán bellos enjambres de tumores cerebrales, pero hasta ese maravilloso día tendré que aprender a convivir con este tipo de afrentas y humillaciones, una exigencia homérica para un futuro gobernante del sistema solar como yo.
Mientras escribo en el blog la palabra esternocleidomastoideo, el profesor de Word adopta la pose épica de un libertador colonial y mediante un par de clicks nos enseña el camino hacia la descompresión de archivos. Puedo leer en sus ojos un descomunal sentimiento de rebeldía que no veía desde que cené con Martin Luther King; sus enseñanzas tendrían que ceñirse a Word pero él está yendo más allá, cruzando las negras tierras que se esconden tras la Carpeta Mis Documentos. Este hombre es un héroe y lo sabe. También lo sabemos yo y la mujer de cincuenta y siete mil años que está sentada a mi lado; puedo percibir como su aura de rulos rosáceos… que os den, el curso ha llegado a su pausa. Voy a bendecir mis nervios con cafeína.
martes, 30 de noviembre de 2010
sábado, 13 de noviembre de 2010
La fiesta empieza en un piso de cuatro habitaciones, tres de ellas semiusadas como despacho. Entre la nubareda de Winstons se distingue una partida de póker de uno contra uno, que en este caso es de un ganador contra un curioso. Gana el ganador.
Mis esperanzas nocturnas están altas, y alguno que otro comparte la idea. Se divisan amores shaekspirianos para toda la vida y también gin tonics cargados generosamente. También cinismo, mucho cinismo. Atrás quedan los fines de semana que nadie recordará.
Salimos de la casa con ilusiones grotescas, y en la charla de camino al metro se mencionan cinco páginas porno, tres de ellas de pago. Apenas hablo, y lo único de valor que digo es que el cine porno amateur es una vanguardia con un dorado futuro. "Demasiado tiempo sin novia, viejo" me dice uno.
El viaje en metro adopta un cariz futurista, poblado de medias purpúreas en las piernas femeninas y una gran variedad de gafas de pasta anchurosas como catalejos Aerospaciales. Con ello, se introduce un valor de plasticidad y me entra cierta pereza por seguir despierto.. No quiero enfrentarme a los ejércitos de maniquís que suelen colonizar enfants, la discoteca a la que vamos. "Venga viejo, no te rajes", me dicen.
Pago 10 euros con la normalidad de un niño que gasta 1 euro comprando cucherías después del cole. La dolorosa estafa discotequera se ha perpetuado durante tantas lunas que ya la he normalizado; ya es una más de todas mis cuestionables sumisiones.
Me bebo un cubata después de hacer una cola tan larga que es visible desde la luna, y logró sacar un diálogo minimalista y átono con una chica de cabello negro, piel enferma y ojeras nostálgicas.
Me marcho antes que los demás. Me espera un camino de vuelta a casa usando al móvil como mp3. Las esperanzas no se desvanecen, pero el amor shakspiriano lo acabo teniendo que suplir con videos de falsos castings porno.
En el fondo, saben que al viejo le gusta este tipo de vida. Es la que se merece, a su parecer.
Mis esperanzas nocturnas están altas, y alguno que otro comparte la idea. Se divisan amores shaekspirianos para toda la vida y también gin tonics cargados generosamente. También cinismo, mucho cinismo. Atrás quedan los fines de semana que nadie recordará.
Salimos de la casa con ilusiones grotescas, y en la charla de camino al metro se mencionan cinco páginas porno, tres de ellas de pago. Apenas hablo, y lo único de valor que digo es que el cine porno amateur es una vanguardia con un dorado futuro. "Demasiado tiempo sin novia, viejo" me dice uno.
El viaje en metro adopta un cariz futurista, poblado de medias purpúreas en las piernas femeninas y una gran variedad de gafas de pasta anchurosas como catalejos Aerospaciales. Con ello, se introduce un valor de plasticidad y me entra cierta pereza por seguir despierto.. No quiero enfrentarme a los ejércitos de maniquís que suelen colonizar enfants, la discoteca a la que vamos. "Venga viejo, no te rajes", me dicen.
Pago 10 euros con la normalidad de un niño que gasta 1 euro comprando cucherías después del cole. La dolorosa estafa discotequera se ha perpetuado durante tantas lunas que ya la he normalizado; ya es una más de todas mis cuestionables sumisiones.
Me bebo un cubata después de hacer una cola tan larga que es visible desde la luna, y logró sacar un diálogo minimalista y átono con una chica de cabello negro, piel enferma y ojeras nostálgicas.
Me marcho antes que los demás. Me espera un camino de vuelta a casa usando al móvil como mp3. Las esperanzas no se desvanecen, pero el amor shakspiriano lo acabo teniendo que suplir con videos de falsos castings porno.
En el fondo, saben que al viejo le gusta este tipo de vida. Es la que se merece, a su parecer.
miércoles, 29 de septiembre de 2010
ELIANA
La clase de Alemán aún no ha terminado. La joven italiana trata de impresionarme verborreando sobre su master en turismo gastronómico. El excesivo entusiasmo -Casi Anime- que muestra es molesto e indigesto, y acaba desacreditándose cuando empieza a deletrear platos Croatas que conoce, como si yo la estuviese entrevistando. Salta a la vista que necesita el reconocimiento ajeno, unos cuantos aplausos que la animen, pero lo siento; yo los guardo para las focas del zoo y solo cuando hacen piruetas.
Tengo una idea mejor Eliana.
Tengo una idea mejor Eliana.
-Oye Eliana, pues tengo un amigo que tiene un hotel en Mollet - Empiezo a decirle. Sus ojos se tornan curiosos, olfatean futuro laboral en mi voz. La esperanza vuelve a ella- …y hace poco en el hotel de este amigo estaban buscando un asesor para la cocina… - Cuando digo esto, la pobre Eliana no puede evitar que su boca se entreabra ligeramente. Sus ilusiones empiezan a burbujear en la sangre, ansiosas por manifestarse. En ese instante, para ella muero como Óxido el cínico asqueroso, y renazco como Óxido, un amable benefactor que debería ser interpretado por Morgan Freeman.
Sin embargo, la sorprendo callándome en seco, y dejando mi monólogo a medias. Txan, txan.
Sin embargo, la sorprendo callándome en seco, y dejando mi monólogo a medias. Txan, txan.
Eliana me observa expectante, y yo finjo estar concentrado en las gárgaras verbales que hace el professor de Alemán para pronunciar la palabra “Ich”. Sí, quiero disfrutar oyendo como la ragazza trata de arrancarme información. Al inicio sus nervios le amputan las palabras, y no se atreve a preguntarme lo que quiere preguntarme, hasta que no lo soporta y se lanza sin paracaídas
-¡¿Oye… y aún necesitan asesora?!- Me pregunta.
Su optimismo se refleja en que ha puesto una ‘a’ al final de la frase. En ese momento, Eliana ya se está viendo a sí misma en Mollet, aunque no sabe ni dónde coño está. Ladygaga suena en algún móvil de la clase. Con ello se interrumpe la clase, pero Eliana y yo llegamos al tercer acto de nuestra función.
Su optimismo se refleja en que ha puesto una ‘a’ al final de la frase. En ese momento, Eliana ya se está viendo a sí misma en Mollet, aunque no sabe ni dónde coño está. Ladygaga suena en algún móvil de la clase. Con ello se interrumpe la clase, pero Eliana y yo llegamos al tercer acto de nuestra función.
-No… no. Ya encontraron asesor…- Contesto tiernamente, como si se tratase de una buena noticia. La miro fijamente. No me quiero perder ni un detalle de la constelación de músculos faciales que van a estremecerse en su cara. Si tiene botox, lo sabré en cuestión de segundos.
Sus labios se quedan congelados en una sonrisa aparatosa, artificiosa como la de una muñeca hinchable. Su expresión ha perdido la pureza inmaculada de hace unos segundos. Se pasa la mano por el pelo y se lo aparta, unas dos veces o tres. No le molesta el pelo, pero necesita moverse, autoconvencerse de que la vida sigue. Pestañea rápidamente. Finalmente se encoge de hombros como si no hubiese pasada nada.
Otra vez será, se dice. Intenta despejar la frustración volviendo a atender al profesor y empezando a participar en clase. Lo importante es que estás siguiendo adelante, que estás aprendiendo alemán, se dice. Y acto seguido empieza a imitar los gruñidos del profesor, que va por la letra... bah, que mas da.
Otra vez será, se dice. Intenta despejar la frustración volviendo a atender al profesor y empezando a participar en clase. Lo importante es que estás siguiendo adelante, que estás aprendiendo alemán, se dice. Y acto seguido empieza a imitar los gruñidos del profesor, que va por la letra... bah, que mas da.
Suspiro. En ese momento veo a mis diablos y a mis fantasmas observándome desde el interior del estuche que Eliana heredó de su hermana. En ese momento, veo que debo empezar una secta o un blog. Opto por lo segundo. Necesito algo que me haga olvidar todo el mal que habita en el mundo y dentro de mi; necesito una lluvia redentora que me libere de esa roña que no desaparece ni yendo a los mejores balnearios de Andorra.
-Y necesito condones- Le digo a Eliana, unas horas mas tarde- Están junto a las tortugas.
Ave blogosfera
Me presentaré. Soy Óxido Europeo. Para abreviar me llamaré simplemente el Europeo… no espera, que suena como si fuese un capo traficante de marihuana transgénica, ¿Qué tal si lo dejamos en Óxido? Sí, es un nombre que mola. A ver, no mola tanto como una noche estrellada a las orillas del río Ebro y bla, bla, bla, pero sí como para ser fácilmente recordado.
Vamos al punto. Mi plan es el siguiente: Os cuento un poco de mi vida, os dejo un comentario, luego nos intercambiamos un par de esdrújulas adulaciones, coincidimos en que Pandalandia es la nueva potencia mundial, y al final de cada día habremos liberado unas cuantas endorfinas que seguro que harán más llevadera la masturbación de las 00:13
Hoy he hecho mis primeros coqueteos con la embrollada lengua alemana. No malpenséis, no solo me apunté a la academia para degustar los trances textuales que cierto canciller germano-muy travieso y genocida- recogió en Mein Kampf; la verdadera razón de aprender alemán es, señoras y señores y alienígenas de Orion, que el navío ibérico se está hundiendo tan rápido como las metáforas marinas en literatura, así que ya estáis aprendiendo otras lenguas ¡España se hunde joder! (Pronunciar con tono de abuelo viudo que tiene tres hijos que heredaron su tenderete en las Ramblas pero no le volvieron a llamar)
-Españen ist Kaput, y seguro que cuando se desmorone del todo, me pilla sin tabaco y sin un puto dúplex en el extranjero- Le insisto a mi compañera de clase, una ragazza exiliada que presiento que alguna vez se masturbó pensando en Berlusconi y luego se sintió asquerosa. Ahora me ve a mí como un cínico asqueroso. A joderse, el profesor ha dicho que entabláramos una “Konversation” con el compañero más cercano para pulir la epanish pronunsiation, así que está obligada a conocerme.
-¿Que haces en la vida?- Le pregunto, primero en español y luego en un balbuceo lynchiano que pretende ser germano
Tras hablar unos minutos, llego a una conclusión sobre mi nueva amiga, la italiana Eliana. Juraría que es la típica que vive en un espectro de falsas ilusiones que no han sido creadas por ella, sino por sus amistades intelectuales. Ellos/as solo buscaban sexo con Eliana, pero que mala pata, de tanto piropearla y alabarla acabaron haciéndole confiar en sí misma. Bueno, todos lo hemos hecho alguna vez.
Continuará, o no, ya veremos. Depende de ella.
Continuará, o no, ya veremos. Depende de ella.
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